Autor: Guía Verde
Tras la tormenta llega la calma, pero también los restos de la tormenta. Y Filomena además de imágenes de nieve y graves problemas para la ciudadanía ha dejado una gran cantidad de árboles afectados.
Solo en la ciudad de Madrid, según su ayuntamiento, hasta 150.000 ejemplares en los ejes viarios han sufrido algún tipo de daño por la presión del hielo y la nieve. Esta cifra asciende hasta los 600.000 árboles si se suman los situados en espacios como la Casa de Campo o El Retiro. Los expertos coinciden en señalar que Filomena ha sido un aviso y a la vez una oportunidad para replantear la elección del arbolado en las ciudades.
“Los daños ocasionados por la tormenta Filomena, un fenómeno climatológico completamente extraordinario, se muestran como una oportunidad para planificar y gestionar el arbolado urbano como parte de la infraestructura verde que permita, por ejemplo en Madrid, afrontar los riesgos ambientales derivados del cambio climático. Para ello es importante incrementar y diversificar el arbolado viario, dando prioridad a las especies autóctonas, más adaptadas a las condiciones locales y que incrementan además los recursos disponibles para la avifauna”, destaca Ignacio Fernández-Calvo, especialista de SEO/BirdLife en jardinería urbana y biodiversidad.
Mariano Sánchez, conservador del Real Jardín Botánico-CSIC y presidente de la Asociación Española de Arboricultura (AEA) añade que “es el momento de buscar oportunidades y de recordar la cantidad de beneficios ecosistémicos que brinda el arbolado, sobre todo en entorno urbano y periurbano. Desde la reducción considerable de la temperatura en periodo estival, el secuestro de CO2, la captación de polvo y otros contaminantes atmosféricos, la protección frente a rayos UV, así como el importante papel que tienen estos seres vivos como reservorio de biodiversidad”.
Sánchez añade que tras la tormenta “la poda no es la solución ya que puede generar pudriciones que en el futuro afecten a la capacidad de soportar el peso de la nieve, pudiendo provocar roturas, aun estando esas ramas desprovistas de hojas. No se debe caer en la tentación de recurrir a las podas sistemáticas de cara a prevenir o a solucionar lo ocurrido, porque pueden agravar el problema. Toda herida es una puerta abierta a plagas y enfermedades. Eliminar ramas se traduce en eliminar superficie arbórea, volumen de copa, y en definitiva, potencial ecosistémico de cara a nuestra salud y a la del resto de seres vivos que cohabitan en un mismo territorio”.
El cambio climático ha de estar en la ecuación
Desde el Colegio de Ingenieros Técnicos Forestales y Graduaos en Ingeniería Forestal y del Medio Natural explican que “a la hora de plantear soluciones a lo sucedido, es importante hacer una evaluación profesional minuciosa del estado de situación del arbolado afectado, valorar la viabilidad de cada ejemplar de cara a su posible conservación, y en los casos en los que no sea posible dicha conservación, trabajar en una estrategia de nueva plantación teniendo en cuenta los nuevos escenarios a los que nos venimos enfrentando, como el cambio climático. El número de árboles a plantar deberá ser al menos la suma de árboles perdidos -por muerte o eliminación-, sin tener en cuenta la apertura de nuevos puntos de plantación y la clausura de otros”.
“Filomena debe suponer una oportunidad para que los ayuntamientos en las zonas más afectadas por las nevadas aprovechen la ocasión para acometer una renovación ordenada del arbolado mirando al futuro, ya que los efectos del cambio climático en las ciudades pueden poner en muchas dificultades a numerosas especies de aquí a 50 años”, destacan desde la entidad. “Es imprescindible meter en la ecuación el escenario de cambio climático en el que nos encontramos a la hora de elegir esas especies. El calentamiento global tiene como consecuencia fenómenos meteorológicos cada vez más intensos y frecuentes, no sólo sequías y olas de calor sino también borrascas extremas como la sufrida”, añaden las mismas fuentes.
@Fotografia: Ayuntamiento de Madrid.