Ocho beneficios de la vegetación para la vida urbana

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Los servicios ecosistémicos son “beneficios que la naturaleza aporta a la sociedad”. Los sistemas ecológicos –y el capital natural del que dependen– son fundamentales para el funcionamiento del sistema de soporte vital de la Tierra, del que depende la humanidad y el resto de seres vivos. La urbanización supone una evidente pérdida de servicios.

Vegetación arbórea en una plaza de la ciudad de Pamplona (Navarra).
Enrique Baquero, CC BY-NC-SA

Enrique Baquero, Universidad de Navarra

En las ciudades hay siete ecosistemas naturales: árboles, praderas, bosques urbanos, cultivos, humedales, lagos o mar contiguos y ríos o arroyos. El diseño actual de las ciudades no favorece su presencia.

La población valora los pavimentos poco uniformes, con vegetación espontánea o la presente en muros, praderas lineales, alcorques o macetas. Se valora más si se asocia con gestión humana, y menos si es espontánea. Y la valoran más las personas que mantienen contacto habitual con la naturaleza fuera de la ciudad.

En este texto voy a tratar de relacionar los servicios ecosistémicos con el día a día de las personas que viven en las ciudades. Así, la vegetación proporciona distintos beneficios para el entorno urbano y sus habitantes.

1. Aprovisionamiento de hábitats

Es sorprendente la cantidad de plantas y animales capaces de vivir en los hábitats “creados” por el hombre en las ciudades, gracias a su capacidad de adaptación (sinantropización). Los beneficios de una mayor diversidad de hábitats son poco evidentes, pero muy importantes.

2. Reducción de ruido

El ruido del tráfico puede reducirse hasta un 50  % si hay vegetación y diseños adecuados. Una barrera de 5  metros de profundidad puede reducir el ruido del tráfico entre 9 y 11  decibelios. El tronco de los árboles también tiene efecto en la reducción. Las barreras sintéticas tienen menos efectividad, psicológicamente y en valores absolutos.

3. Deposición y dispersión de la contaminación

La contaminación del aire, asociada con millones de muertes al año en todo el mundo, es el problema ambiental más grave para la salud. Está causada por partículas, moléculas de origen antrópico o moléculas presentes en la naturaleza, pero en proporción mayor que la natural (ozono). La reforestación urbana y periurbana pueden ayudar a mejorar la calidad del aire.

La vegetación reduce la concentración de contaminantes en los parques, sobre todo si son grandes. Las partículas de mayor tamaño son las que más se reducen. El diseño de la vegetación, por ejemplo en un parque, alienta a los usuarios a evitar los límites contaminados. Árboles y arbustos pueden conseguir un descenso de hasta un 2  % del ozono. Los tejados verdes contribuyen menos que los árboles.

4. Efecto sobre el clima de fondo: enfriamiento

La utilización de vegetación en las ciudades mitiga el efecto de isla de calor urbano en zonas no tropicales. Pero para que se dé un efecto con cierto impacto, las parcelas deben tener al menos media hectárea. La reducción en consumo energético asociada, y la de reducción del efecto invernadero (causante en parte del calentamiento global) pueden ser importantes.

5. Movilidad y cambios en la actividad física

Si las infraestructuras de movilidad sostenible son atractivas (verdes) son consideradas espacios de calidad ambiental alta, y más utilizadas en detrimento del transporte motorizado. Además, permiten recuperar los espacios de la ciudad para que sean ocupados por las personas.

La vegetación tiene una importancia –como mínimo moderada– en la mejora de la calidad del aire y en la sensación calórica.

6. Permeabilidad de suelos

Los árboles y arbustos interceptan el agua de lluvia con sus raíces, y los suelos permeables son cruciales para reducir la presión sobre el sistema de drenaje, disminuyendo el riesgo de inundaciones.

Por efecto de la urbanización, con un 50–90  % de suelo impermeable se pierde el 80 % de la lluvia por escorrentía superficial (en un bosque la pérdida es del 10 %). La filtración asociada puede ser considerada como otro “servicio”: el del tratamiento natural de las aguas.

7. Secuestro de carbono

Se produce en dos escenarios: por acumulación de carbono en los troncos y ramas de árboles y arbustos y por acumulación en el suelo debido a la actividad biológica de organismos como hongos y bacterias. Si el suelo está “sellado”, no acumula agua y pierde la capacidad de sostener las redes de la vida.

8. Servicios culturales

Se ha demostrado la existencia de beneficios para la salud, también psicológicos, de los espacios verdes, especialmente si tienen una alta biodiversidad de plantas y de animales. La propiedad aumenta su valor en áreas próximas a zonas verdes. No debe olvidarse que son espacios de recreo de los ciudadanos.

Una margarita nace entre adoquines.
Shutterstock / Vladimir Konstantinov

¿Tiene la vegetación urbana efectos negativos?

Los ecosistemas silvestres pueden ser percibidos negativamente, y hay que contar con los costos de mantenimiento (ejemplo: tejados verdes y filtraciones). Algunas actuaciones para incrementar la biodiversidad pueden recibir críticas por un aparente descuido de los servicios de mantenimiento, por eso hay que ejecutarlas con buenos estándares de calidad e informar de su finalidad, promoviendo una correcta educación ambiental.

Hay que evitar “plantar cualquier especie en cualquier lugar” y actuaciones que provoquen, por ejemplo, un exceso de polen o de otros productos. Algunos diseños (como los árboles con copas anchas en calles estrechas) pueden provocar un efecto techo: los contaminantes pueden no disiparse y concentrarse.

Acceso a la vegetación urbana: justicia ambiental

En la mayoría de las ciudades existe una correlación positiva entre la vegetación urbana y la educación superior, y negativa en barrios o ciudades con presencia de minorías.

En entornos urbanos es importante diseñar la presencia de la vegetación urbana para conseguir una equidad verde urbana como parte de la justicia ambiental.

¿Cómo mejorar la calidad ambiental en las ciudades?

Aumentando la biodiversidad, pero sin proteger especies concretas, sino los hábitats próximos a los naturales, que están muy simplificados por la presión humana por cuestiones de seguridad ciudadana o por la contaminación que sufren.

Las opciones son aumentar la densidad de árboles nativos (es necesario que sean grandes) y aumentar la vegetación de sotobosque. Solo con esto aumenta la presencia de murciélagos, aves nativas e insectos, importantes eslabones de muchos ecosistemas. Un manejo no demasiado costoso tiene grandes efectos sobre la calidad ambiental de las ciudades.The Conversation

Enrique Baquero, Investigador del Instituto de Biodiversidad y Medioambiente (BIOMA) y profesor de la Facultad de Ciencias, Universidad de Navarra

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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