Autor: Jennifer Mesa Marín, Universidad de Sevilla
Imagine, por un momento, que sus pies están anclados al suelo. Si tiene sed, no puede ir a por un vaso de agua. Si tiene hambre, no puede ir a por comida. Si le da el sol, no puede moverse hacia la sombra. Parece complicado sobrevivir así, ¿verdad? Pues así viven las plantas. Fijadas al suelo, expuestas al ambiente y solo pueden usar lo que tienen a mano.
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